¿El fin del mundo? Todavía NO
Aunque cada cierto tiempo aparezcan grupos religiosos poniendo fechas a la Segunda Venida de Cristo, debemos tener claro que “El día y la hora nadie lo sabe, sólo el Padre”. La Biblia es clara, no debemos poner fechas.
Numerosos grupos religiosos a lo largo de la historia han procurado conocer la fecha exacta de la segunda venida de Cristo. Los cristianos creemos en esa segunda venida, tal y como habla de ella la Biblia, pero en ningún caso es posible poner fechas, ya que aunque la Palabra da algunas aproximaciones de como serán los “tiempos” en los que esa venida estará cercana, es muy clara cuando dice que “Nadie conoce el día ni la hora, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:36; Marcos 13:32, etc.); o cuando afirma que “Jesús vendrá como ladrón en la noche” (1º Tesalonicenses 5:2; 2º Pedro 3:10, etc.); o cuando Jesús dice: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7),
La Iglesia Adventista del Séptimo Día es una denominación cristiana que cree en esa Segunda Venida, y cree que estamos al final del tiempo como conclusión al estudio de la Biblia. Sin embargo, en ningún caso pone, ni pondrá jamás, fechas para que se produzca tal acontecimiento.
Hay quienes afirman erróneamente que esta denominación sufrió un gran chasco en 1844, pero realmente no es un dato correcto. Esta denominación no existía en esa época. La Iglesia Adventista se constituyó mucho después, en 1863, aunque si es cierto que sus fundadores fueron milleristas (fueron ellos los que pusieron fechas y se llevaron la gran decepción), pero la Iglesia Adventista como tal fue constituida por cristianos de varias denominaciones, que se reunían para estudiar la Biblia en profundidad.
Mateo 24:11 y Mateo 24:24 afirma que se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y que engañarán a muchos. ¿Cómo podemos estar seguros? ¿Cómo protegernos del engaño? Solamente existe una respuesta: Estudiando la Biblia en oración y pidiéndole al Espíritu Santo su guía y conducción.
La Palabra de Dios, en contra de lo que algunos creen, es bastante clara, no hagamos caso de interpretaciones complicadas. Cuando no comprendamos algo, busquemos multitud de respuestas diferentes, no nos quedemos con la primera que nos den. Estudiemos la Biblia poniendo cada texto en su contexto, esto es muy importante. En su contexto dentro del propio texto (analizar el texto a la luz de lo que hay delante y detrás de él en el mismo); en su contexto socio-cultural (analicemos el texto y sus conceptos a la luz del autor, de su época, su cultura, su sociedad…); y analicemos el texto a la luz de la historia (la Biblia es la historia de Dios con la humanidad, pero se engloba dentro de la propia historia de la humanidad). Otro buen consejo es utilizar numerosas versiones de la Biblia (hoy con internet esto es sencillo, a través de herramientas como Biblegateway entre otros, totalmente gratuitos y online), ya que la Biblia está escrita en hebreo y en griego, y cada traductor usó palabras con connotaciones distintas que pueden confundirnos si solamente tomamos una como referencia.
Todos tenemos una Biblia en casa, tal vez es hora de desempolvarla y comenzar a estudiarla. En ningún caso debemos prestar atención a ningún ser humano que proclame nuevas doctrinas surgidas de la nada, ni a ningún movimiento, si no hemos sido capaces de estudiar por nosotros mismos la Palabra.