La Pluma Azul del Rey
Cuando nos proclamamos hombres o mujeres de fe, debemos
entender que nuestra fe será probada. Cuando Abraham pasó a ser Padre de
multitudes lo hizo por la fe, por creer en la promesa que reposaba sobre su
hijo, el primogénito de Sara, y que mayor prueba de fe que Dios,
nuestro Dios, el Creador, el dueño de todo, le pidiera a Abraham que le
entregara a su hijo. Era una situación incomprensible en aquel tiempo y
en este, pues nuestro Dios, jamás se complació en sacrificios
humanos, es mas, El mismo estaba en contra de los seguidores de Amoloc que
sacrificaban a sus hijos haciéndolos pasar por el fuego. Entonces,
¿para que quería Dios el sacrificio de un hijo, del hijo de su siervo al cual
llamaba Su amigo?
Como sabemos el fin de esta historia, entendemos que el
objetivo no era la muerte del hijo, el objetivo era la verdadera rendición del corazón
de los dos, era el comprobar que Abraham tenia realmente en primer
lugar en su corazón a Dios como soberano irrefutable, y no a su
esposa, a sus hijos, su trabajo, su dinero, sus posesiones, sus dones etc, que
si su Señor le pidiera cualquier cosa, él la haría y que entendería que,
absolutamente todo le pertenece a Dios, aun nuestros hijos.
Debemos hacer el ejercicio de orar diciéndole al Señor "mis
hijos son tuyos, te los entrego, yo soy apenas un mayordomo de sus vidas. Pero
tu mi Señor, eres: su Salvador, su Libertador, su Sanador, su Proveedor, su
Paz,, su Justicia , su TODO.
Cuando iban subiendo al monte padre e hijo, cada paso de
Abraham era una tortura, era una cuota de angustia. Seguramente una
pregunta persistente e inquietante no salía de su mente ¿ porque mi hijo?.
Para Isaac solo había incertidumbre ante las
actuales circunstancias y confianza en su papá terrenal y aun más, en
el Dios de sus padres; aquel del que había oído, del que le habían
enseñado, pero que no había conocido personalmente, así que cuando Isaac
pregunta a su padre ¿donde esta el cordero del sacrificio? con la inocencia y
la seguridad del que confía en el amor de su padre, su vez Abraham le contesta:
¨Dios se proveerá de cordero¨ entendiendo que ese cordero manso podría en pocos
instantes ser su hijo, pero ejerciendo su llamado a ser el padre de la fe; obra
en fe , declara en fe, y aguarda en fe.
Abraham subió al monte con el hijo de su carne , de sus
entrañas; pero bajo del monte con un ¨hijo de Dios¨ librado de la muerte.,
forjado en un acto de fe supremo, con la pertenencia de Dios.
El hijo de la promesa tiene un valor incalculable para El
señor, el hijo que recibirá nuestra posta en el llamado, es un tesoro para el
Reino pues Sus promesas son en El si y en El amén. Dios nunca quiere
nuestra vida solo quiere nuestro corazón.
La Pluma Azul del Rey